Desde la cueva


Durante un año viví por debajo del nivel de la calle. Desde la única ventana de la casa, a la cual se llegaba escalando la pared, observaba el ir y venir de las piernas de los viandantes, su peculiar modo de caminar, el tono de los pasos, la distancia en el tiempo, sus voces invisibles. Tan sólo los niños se percataban de la entrada a la cueva y escudriñaban el interior con verdadera curiosidad, hasta que una mano de adulto les instaba a alejarse.
He de reconocer que nunca me acostumbré a vivir por debajo de los demás, a respirar el aire que desecha la urbe, a filtrar la luz a través de una elaborada fotosíntesis, a proteger los sueños de las pisadas de los vecinos -el anverso del techo de mi dormitorio correspondía con la entrada al edificio-, al olor a raíz perforada y a la visita ocasional de algún insecto del inframundo.
Aún con todo, reconozco que vuelvo una y otra vez a la cueva porque en la oscuridad se revela la verdadera naturaleza de las sombras, la luz discierne y nombra con mayor precisión, los sentidos agudizan su olfato y la memoria juega a sus anchas, sin trabas, con las faldas subidas y descalza.
Desde la cueva nació allí, en el epicentro de una cueva, la mía, ese trocito de espacio al que me tuve que amoldar y que me sirvió de catalejo, a veces de lupa excepcional, para descifrar e interpretar los movimientos del mundo exterior.
Entonces descubrí que la cueva ya estaba en mí antes de que yo llegase, que aquella ventana y su escala se formaron al tiempo del primer parpadeo y del primer llanto, que el ojo fue atrapado por el círculo rojo y las manos seducidas por el juego de luces y sombras.

(Marlo dentro del círculo rojo)
Introducción del libro Desde la cueva 


La edición de Desde la Cueva está conformada por la Caja-Entrada a la cueva (dentro se hayan fotografías, el texto descriptivo de las partes de la cueva y otra documentación) y 10 ejemplares realizados para la Feria Arts Libris 2011 en formato libro.

(Fotografías Mónica Santos)

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