El autorretrato siempre es cosa de dos
(Fotografía de Juan Antonio Castro)

Me miré al espejo y allí no estaba.
En su lugar, alguien había dibujado
unos delicados labios temerosos de las palabras,
una nariz seria e infantil
como un día de colegio sin recreo,
dos orejas con cierta tendencia a replegarse,
una frente esquiva e indócil,
y unos ojos oscuros como el interior de un túnel.
Aquel rostro desconocido no me saludó
y yo le di la espalda avergonzada.
(marlo sin mar)

Me miré al espejo y allí no estaba.
En su lugar, alguien había dibujado
unos delicados labios temerosos de las palabras,
una nariz seria e infantil
como un día de colegio sin recreo,
dos orejas con cierta tendencia a replegarse,
una frente esquiva e indócil,
y unos ojos oscuros como el interior de un túnel.
Aquel rostro desconocido no me saludó
y yo le di la espalda avergonzada.
(marlo sin mar)
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